Los alumnos y alumnas de 3º de la ESO C han jugado con los protagonistas de cuentos populares y les han dado la oportunidad de vivir otras vidas.
Su profe Eva está emocionadísima al ver el derroche de creatividad y el buen hacer en la escritura.
Dejamos aquí uno de ellos como botón de muestra, obra de Á. L. N., pero tenéis más a un golpe de clic en este Google Sites titulado Me desarmas con tu alma.
Érase una vez una niña llamada Caperucita Roja que vivía al lado de un bosque con sus padres. Un día, la madre de Caperucita le mandó que fuera a casa de su abuela a recoger un pastel, y Caperucita, como bien sabía que a su madre no había que enfadarla, se puso su caperuza y la cesta y se puso en camino.
No era la primera vez que se adentraba en aquel bosque para ir a casa de su abuela, y sabía que el lobo podría aparecer en cualquier momento, pero lo que ocurrió después no se lo habría imaginado jamás. Un niño pelirrojo con un traje verde y una gorra verde con una pluma en la punta apareció volando de la nada y aterrizó justo enfrente de ella.
-Vámonos, no hay tiempo para explicaciones.- Dijo el chico apurado.La agarró fuertemente y se la llevó. Caperucita estaba asustada y no sabía a qué venía tanto revuelo, así que se apresuró en preguntar.-¿Hacia dónde me llevas, si puedo saberlo?- Dijo con un tono de enfado.-Al lugar donde todos fuimos creados.- Dijo él, dejando claro que no iba a hablar más del tema hasta que llegaran al sitio.
Caperucita tenía tantas preguntas que decirle al chico, ¿quiénes fuimos creados?,¿qué está pasando aquí?, ¿por qué siempre que entro en el bosque me pasa algo?. Estaba tan desesperada que decidió intentar soltarse para amenazar al chico y que se lo contara todo, pero el chico la tenía agarrada tan fuertemente que fue inútil.
Llegaron a una especie de habitación gigante donde, en una mesa, había un cúmulo de personas del mismo tamaño que ellas. Todos parecían alborotados y bastante nerviosos. Entonces, llegó el momento de preguntar.- ¿Me puedes decir ya qué está pasando?- preguntó Caperucita con ganas de tirarle la cesta a la cabeza. -Nuestro creador está enfermo.- dijo el chico, ya tranquilo porque había conseguido llevar a Caperucita al lugar que era necesario.- ¿Qué quieres decir con nuestro? Yo no te conozco de nada.- Dijo ella con cierta repugnancia.-Quiere decir que nos creó a todos los que estamos aquí presentes- dijo un muñeco de madera que estaba entre todos ellos.
Caperucita, asustada, preguntó-¿Tú quién eres?-.-Soy Pinocho, un muñeco de madera al que le crece la nariz si miente.- dijo el muñeco, como si fuera algo que hubiera estado repitiendo todos los días.-Y yo soy Peter Pan, el niño que nunca crece, y todos estos somos las personas que hemos sido creadas por el juglar Rodrigo.-¿Quién es Rodrigo?- preguntó Caperucita. Un cisne dio un paso adelante y dijo
-Es nuestro creador, y yo soy el Patito Feo, y si él muere, nosotros lo haremos con él, que es el caso en el que nos encontramos.- En ese instante, Caperucita se alarmó, preguntando -¿Y a qué estamos esperando?-. -A ti.- dijo Peter Pan – Bueno, realmente a tu cesta.- dijo con una voz graciosa. -¿Para qué hace falta mi cesta?- preguntó Caperucita sin terminar de entenderlo.- Verás, está todo pensado, necesitamos llegar a la estantería donde está la medicina, así que Pinocho va a decir un millón de mentiras para que su nariz llegue a la estantería, luego tú pasaras con la cesta, yo te abriré el tapón de la medicina y te subiré para que cojas una gota de la medicina y la metas en tu cesta, luego, le darás la cesta al patito feo para que vaya a la boca de Rodrigo y le eche la medicina. Hazme caso, lo hemos estado mirando todo y esa es la única forma de salvar la vida de Rodrigo.- dijo Peter Pan, sintiéndose mayor por haberle tenido que explicar algo a Caperucita. -Vale, estoy dispuesta a intentarlo, de todas formas si no lo conseguimos me voy a morir.- Dijo Caperucita como si morir no fuera algo que le preocupara.
Se pusieron manos a la obra y consiguieron, sacar la medicina y llevarla a la boca de Rodrigo, pero a la hora de echarlo, el Patito Feo tenía la cesta enganchada del cuello y no veía manera de echar la gota a la boca, y decidió que él tendría que morir para salvar la vida de los demás, y por mucho que le intentaron decir que no lo hiciera, se metió dentro de la boca de Rodrigo el juglar y salvó la vida de los demás.
Hoy en día recordamos al Patito Feo como un héroe en la historia de la supervivencia de todos los personajes de las historias populares, y en aquella mesa donde todo ocurrió, hay una estatua en homenaje a él.